Hélices

sábado, 27 de marzo de 2010

Cadenas diferentes.


-¿Qué tienen esas cadenas que no tengan las demás?

-Cuando todo se desvanecía, cuando parecía que nada tenía sentido, cuando de mis ojos solo salían lagrimas, cuando caía poco a poco al vacio y me iba insertando mas y mas en la oscuridad, entonces las 5 cadenas tiraron de mi.

-Yo también quiero tener unas cadenas así, ¿Dónde las conseguiste?

-Voy a serte sincero, estas cadenas se están extinguiendo, y hoy en día son difíciles de encontrar.

-Que suerte tienes.

-La verdad es que sí, me siento la persona más afortunada con ellas.

-Deberías guardarlas en un lugar seguro para que no se pierdan.

-Ya lo he hecho, están en la mejor guarida de todas, y nunca las sacare de allí.

-¿Cuál es esa guarida?

-El corazón.

Charlie

domingo, 14 de marzo de 2010

Veo veo.



-Veo veo.

-¿Qué ves?

-Miedo, tristeza, lagrimas…

-Tienes razón.

-Y entonces, ¿Por qué no acabas con todo eso?, sabes cómo hacerlo.

-Porque no quiero, porque no puedo sacarla de mi vida.

-Pero será engañarte a ti mismo, te harás más daño.

-Te equivocas, nada me dolerá más que perderla.

-No te entiendo.

-Lo sé.

Charlie

martes, 2 de marzo de 2010

Justo a tiempo.


La luna lucia llena en el cielo, sus centellas chocaban contra la superficie del lago, y el resplandor de las luciérnagas resaltaba entre los frondosos árboles. Él se encontraba sentado en la orilla de la laguna, inexplicablemente le relajaba, había algo en ese lugar que le hacía sentirse mejor, acudía allí siempre que las cosas no iban del todo bien, cerraba los ojos y al cabo de un rato, misteriosamente esa sensación de malestar desaparecía.

Pero hoy era distinto, llevaba ya varias horas en el valle y sus lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas, se dedicaba a arrojar piedrecitas al lago constantemente, cada vez con más fuerza, haciendo que su rabia fuera desapareciendo poco a poco.

De nuevo, sonó el ruido de la roca al licuarse con el agua, con una diferencia, no era él quien había lanzado la piedra. Levantó la cabeza y entonces la vio, estaba sentada en la orilla de enfrente y sonreía.


Charlie